jueves, 17 de septiembre de 2009

Regreso

Bueno, ante todo, espero que me disculpen a los poquísimos, mínimos, casi nadie, que observan esta página, de haberme ausentado tantísimo tiempo. Espero que estos últimos textos que estoy publicando lo puedan revisar y comentar. Gracias.

Cuento I

Cuando subió por las escaleras se dio cuenta que la vida había pasado casi toda una eternidad. Las figuras indescifrables talladas en la puerta lo hicieron sentir en una mansión nórdica, de esas que había leído cuando era niño, cuando se escapaba para no ser golpeado por su padre. No le fue fácil subir ya que en cada escalón tuvo el presentimiento que se iba a caer, y quizás no hubiese sido como esa vez que se resbaló del columpio en el paseo de escuela y que Susana lo miró, se avergonzó y a partir de esa fecha, nunca más le hablo: Mierda. Pensó. Recordando tantos episodios y ahora estar frente a esa puerta con esa imagen de una dragón mal pulida y una imagen más que juega entre ser un becerro y un gato. Sintió miedo. Sus dedos se aproximaron al madero apolillado, no sabía si tocar o no. Y antes de terminar de decidirse, una voz que parecía que venía del otro mundo, del más allá, cruzó la puerta y llegó a sus oídos: pase, caramba. No sabía si hacerle caso o no. ¿Por qué siempre tenemos que tomar decisiones? Optó por pasar. Sintió lo frío y áspero que era la manija, sintió lo mismo que esa noche que pensó en volver a escribirle a Susana pidiéndole perdón por sus estupideces de niño, sintió lo mismo de esas tardes en la cual nunca llegaba una respuesta, cuando al fin tocaron la puerta, sus ojos brillaron, se acercó, se paró frente a aquel madero de su cuarto, preguntó quién, sostuvo la manija y antes de hacerlo escuchó la voz desconocida de una varón que sin darse cuenta cambiaría su vida, en ese mismo momento, lo áspero de la manija se igualó a lo que sentía ahora, lo áspero que es esperar a alguien y que nunca llegué. Pero ahora él no esperaba a nadie, al contrario, lo esperaban. Pero hubiese querido, sin duda, que fuese otra persona quien lo espere, se estuvo imaginando parado frente a la puerta de Susana, verla sonriente abriendo la puerta, verla con aquel cerquillo que caía en sus lindas pestañas y hacían figurar una mirada triste, verla en su cuerpo delgado, enjuto, como una lagartija, verla en sus manos cortadas por sus quehaceres domésticos, verla con esa broche en el cabello que le hacía remontar a la figura de Mini, la amante eterna de Micky Mouse, verla, claro está, como siempre, con esos labios delgados que se peleaban por ser más bellos, verla con ese pantalón morado suelto que hacía de notar sus piernas delgadas, flacas, avestrucezcas, verla y sonreírle, verla y tocarla, verla y decirle que le perdoné por ser un idiota, verla y quedarse callado, verla y no saber qué hacer como esa mañana que la vio en el mismo lugar donde él iba a tomar un jugo, sentadita, linda ella, con un jean negro y una blusa blanca, quizás apurada para ir a trabajar, claro, es que ella tiene trabajo y tú nada, piensas que escribiendo vas a sobrevivir, piensas que haciendo un par de artículos que nadie los lee sobre unos autores que nadie conoce te hará ganar millones, pero eso no es tu objetivo, tu objetivo es encontrar una manera más de interpretar a Vallejo, de buscar un lógica en lo ilógico que es la vida, de demostrar que Sábato y Onetti son unos genios, y que Homero será el mejor poeta de la historia de la Humanidad a pesar de las lágrimas de Goethe. Sonríes. Claro. Porque pensaron esa tarde calurosa en la Universidad que tú te ibas a dedicar más a la lingüística, porque te escuchaban hablar sobre la imagen estructuralista de Sausurre, sobre lo formalista que podría ser Jakobson y por un horizonte de expectativas que unos locos habían formulado, te sonríes, pero quisieras verla en estos momentos, detrás de la puerta que estás a punto de abrir, detrás de este límite que nos ponemos cada día, detrás de todo lo que habías pasado, deseas encontrarla como esa vez que te trajo a tu cuarto una tajada de pastel por tu cumpleaños, deseas encontrarla como esa noche de lluvia que te dijo que eras el mejor, deseas encontrarla pero ya no con los ojos de vergüenza que tuvo cuanto te resbalaste del columpio, ya no con las palabras de reproche, ya no con las miradas de amigos, ya no como es antes, sino como será después. Y sigues aún, parado sobre esa puerta, buscando una explicación lógica, puede haber pasado más de quinientos años, pero aún, tú seguirás frente a esa puerta, esperando que la persona que la abra, sea la persona que tú esperas, pero no será así, no es así de fácil...
José Chacchi Paniagua
De Escritos sueltos

La Cazadragones

A Luciana Herrera, por su mundo mágico
y sus dragones cazados.

¡Cómo puede ser posible que una criatura tan pequeña cause tan grandes sensaciones en mí!
Será su sonrisa rosada que destila de su rostro de algodón.
Esos dragones y duendecitos
con cuales juega en las mañanas al despertar.
Será su mundo mágico,
anhelado, donde caza mágicamente dragones.
Mi pequeña Cazadragones.
No deseo interrumpir en el mundo
sensiblemente creado por ti.
Sigue jugando, conquistando con una espada de cartón
ciudades remotas
que viajan en islas inalcanzables,
mi pequeña Cazadragones.

Silencio augusto

"El silencio es el peor sonido que pueda no existir"
La noche ha sentenciado mi destierro
y sobre tus pupilas danzan mis penas desnudas.
¡Oh cántico! ¡Oh Diosa!
Vertiginoso aire
pubertad eximia
magna sensibilidad.
Y vuelvo a caer
herido
fusilado
resucitado.
Tu silencio opaca mi esperanza,
una llamada,
y nada,
y la noche dicta su veredicto
se hace más tarde
y nada
y nada
maldita no palabra
no voz
no sonido
y aún creo en hadas.